
Este mes entrevistamos a la directora Rosa Vergés, con ella hablamos de su carrera en el mundo del cine, de su profesión y sus proyectos de futuro, entre ellos su podcast con Jordi Bertrán, La mirada curiosa que podéis escuchar en Caixaforum +.
Cuando recibiste el Gaudí de Honor en 2024, comentaste que te decían en casa que eras muy peliculera. ¿Ya desde pequeña la idea de hacer cine te atraía? ¿Ya tenías claro que querías hacer esto?
Es difícil decir que lo tienes claro, pero sí que me decían peliculera porque a mí lo que más me interesaba siempre estaba relacionado con la imaginación, los juegos, etc. Y grababa con mis hermanas entrevistas de radio o hacía, de alguna manera, unos guiones con mis dibujos en la escuela. Pero no... es después, cuando lo repasas y dices: “ah, pues mira, sí que lo llevabas adentro, ¿no?”. Además, también tenía una fantasía que era real. No lo sabía de pequeña, pero la hermana de mi madre fue una actriz importantísima. Se llamaba Silvia Morgan e hizo mucho cine aquí. Se casó después y se fue primero a vivir a Italia y, finalmente, a los Estados Unidos. Yo no la conocí de verdad hasta que sí que sabía que me quería dedicar al cine y me gustó mucho tener esta conexión que desconocía de pequeña.
Pero no pudiste estudiar cine.
Es que en aquella época no se podía estudiar cine aquí. De hecho, sí que miré la posibilidad de estudiar en el Centro Experimentale en Roma, en París, en Londres. Finalmente, se relaciona mucho allí dónde estudias con que creas una comunidad con la gente con la cual has estudiado. Y, de hecho, es fácil que te quedes a vivir allí. Y esto no lo tenía muy claro. Entonces sí que estudié Historia del Arte porque había la posibilidad de hacer historia del cine.
¿Y cómo llegaste a dedicarte al cine?
En aquella época sí que ya sabía que me quería dedicar al cine, pero no sabía cómo hacerlo. No tenía ninguna conexión en absoluto, pero sí que empecé a trabajar en algún cortometraje. Y finalmente, entré como meritoria de dirección en un rodaje. Y a partir de aquí, pasito a pasito, fui entrando en la profesión. Combinándolo, por cierto, con otros trabajos porque la meritoria de dirección no se contemplaba que tuviera sueldo. Estuve trabajando unos años como guía de turismo viajando por el mundo, lo cual me sirvió muchísimo para después liderar un equipo.
Más tarde hiciste de todo. Fuiste escalando posiciones hasta que dirigiste. ¿Ya tenías claro que querías dirigir o fue un proceso que te llevó hacia allí?
Lo tenía claro, pero también que cada paso que daba me parecía que quería ser muy buena en aquello que hacía: como auxiliar, como script, como ayudante, etc. Quizás lo que se aleja más de lo que es dirigir y, en cambio, parece que esté más cerca, es hacer de ayudante de dirección porque está más cerca de la responsabilidad de llevar adelante una producción y un equipo, pero sí que hubo un momento que dije que ya ha llegado y es ahora.
¿Fue difícil sacar adelante tu primera película? ¿Te encontraste muchas dificultades?
Intenté hacer un cortometraje antes, pero me vi obligada a debutar en un largo porque propuse y pedí subvención para hacer un cortometraje basado en un cuento de Enrique Vila-Matas que se llama Nunca voy al cine. Escribí el guion con una gran escritora que es Cristina Fernández Cubas. Todo lo presentamos en catalán, pero en aquella época que Enrique Vila-Matas escribiera en castellano era suficiente razón por no darme la subvención. Y esto retrasó mucho mi primera incursión.
El protagonista, por ejemplo, tenía que ser Bigas Luna, a quien no conocía. Los actores y técnicos cuando has trabajado mucho como auxiliar y script, tienes una relación con la gente muy buena para poderla aprovechar para hacer un corto. Y todo esto se fue al agua.
En cambio, después de muchos años de haber obtenido una beca para escribir un guion, tuve la suerte, con Rosa Romero, de participar de un programa de la Comunidad Europea que se llamaba EAVE, que era para productores independientes. Este proyecto entró como uno de los veinte que fueron escogidos de todos los países de la Comunidad Europea. Y, de hecho, era demasiado complicado porque era una historia medieval de amor entre un árabe y una cristiana en el siglo XI, y a mitad de curso cambiamos y de aquí surgió Boom Boom. Tiene la gracia que empecé por la segunda película.
Con este film, de hecho, ganaste un Goya y conectó mucho con la gente. ¿Por qué crees que tuvo tanto de éxito?
Es una película que, en aquel momento, precisamente porque todavía no habían empezado los estudios de cine, justo empezaban en aquel momento, la preparación que se suponía de una ópera prima era de una estimación muy baja. Una primera película no estaba todo lo bien recibida que puede estar ahora, y optamos por hacer una película sencilla, una comedia. Tampoco era el género que estaba mejor visto, porque se consideraba que era poco de autor, y además tuve la valentía, yo creo, de poner como protagonista a una chica mulata, cosa que tampoco se veía. Conectó, pero no tuvo las oportunidades que merecía. Si no llega a ser porque la película fue seleccionada en el Festival de Venecia y se reestrenó. Se había estrenado el mismo día que empezaban los Mundiales de Fútbol y no fue nadie a verla. Es con el tiempo que ha funcionado.
¿Es verdad que decían que Tic Tac no funcionaría porque era una película para niños?
Tic Tac fue otra aventura, porque no se consideraba a los niños demasiado seriamente como espectadores, y parecía que ya con la Factoría Disney, en la que todos nos hemos formado, era suficiente. Yo quería hacer una película considerando a los niños lo que son, espectadores muy difíciles, muy sinceros y muy inteligentes. Y lo que costó más de convencer, porque esta película es anterior al éxito mundial de Harry Potter, es que me decían que a los niños no les gustaba la magia. Y esto no es así. Porque las películas, además de ser buenas o estar bien, tienen que ser oportunas, es mi entender. Y si te avanzas, es un riesgo.
Tú también has sido profesora, entre las muchas cosas que has hecho.
Era una deuda que consideraba que tenía. Puesto que yo no había tenido la oportunidad de estudiar, quería ayudar a las nuevas generaciones a encontrar su camino, a facilitar que no se tardara tanto a llegar a aprender un oficio, a reducir ese camino. Y sí, estuve siempre junto a Josep Maixenchs, el creador del ESCAC, desde el Centro Calasanz y antes. Y también estuve en el inicio de los estudios de comunicación audiovisual de la Pompeu Fabra, después en la Blanquerna, en la Menéndez y Pelayo, etcétera. Siempre que he podido y puedo, he estado junto a la gente que empieza.
Tu última película de ficción es del 2004, Iris. ¿No has encontrado ningún proyecto que te interese?
Esto no se decide. Van como van los proyectos. Empecé a escribir, a hacer otras cosas y he hecho más bien documentales. Y como los documentales se ven mucho menos y tienen mucha menos salida, es fácil que quede eclipsado.
¿Ahora estás trabajando en algún proyecto audiovisual?
Acabo de hacer un podcast sobre cine La mirada curiosa para Caixaforum +. Y sí, en estos momentos tengo un par de proyectos. También algunas cosas relacionadas con la puesta en escena teatral.
¿Cómo surgió la idea de hacer el podcast?
A mí siempre me ha encantado la radio y tenía muchas ganas de colaborar con Jordi Beltran. Y es cierto que siempre tenía gente alrededor que me decía: “Con la cantidad de cosas que sabes tú de cine, estaría bien que las expliques”. El más pesado y más insistente de todos fue mi hijo. Y yo le decía: “es que esto de los podcasts es muy difícil”. Beltran es lo primero que me dijo que, si no tienes una ventana donde enseñar como en el cine, si no tienes una posible proyección de lo que estás haciendo, hay tanto, que es imposible que puedas llegar a la gente que le gustaría lo que estás haciendo.
Realmente, la plataforma de Caixaforum + es muy interesante, todo lo que hacen, como lo hacen y los contenidos que tienen, que tienen mucho nivel. Y como lo quisimos hacer bien con un sonido bueno, grabado en un estudio, con música original, etc. Es cierto que ha sido una grandísima experiencia para la gente que hemos entrevistado y cómo hemos podido hacerlo.
¿Y qué quieres mostrar del mundo del cine?
Se llama La mirada curiosa porque también se trata de hablar de lo que está fuera del encuadre, de lo que no sale en la película, pero que explica y dignifica cada uno de los oficios del cine. Porque como que es un trabajo en equipo, cada una de las partes es igualmente imprescindible y poder hablar de estas cosas siempre con dos personas relacionadas con el oficio y las preguntas las hacíamos a medias entre Jordi Beltran y yo.
¿Y qué crees que aportáis tú y Jordi?
Jordi aporta una experiencia impresionante que si se trata de improvisar es capaz de hacerlo sin perder el hilo. Yo podía llevar más la parte de guion y del conocimiento del cine. Son dos medios y con Jordi he trabajado en dos guiones. O sea que nos conocemos muchísimo y era realmente una comunicación establecida entre nosotros que se contagiaba al resto de invitados.
¿Cómo seleccionáis a los invitados?
En esta primera temporada es cierto que ha sido por afinidad, por conocerlos, porque me podía sentir cómoda entre la gente a la cual entrevistaba. Porque la experiencia de poner a Paco Poch junto a Jaume Ripoll de Filmin es hablar de todos unos antecedentes de cómo se ha construido el cine de ahora a partir del cine como lo conocí yo. Poner Abel Folk con Eulàlia Ramon o Teresa Font, con José Manuel Pagán... Te abre muchas puertas. Con Nuria Roldós, que ahora es la presidenta de la Asociación de directoras y directores de fotografía ACE, empecé cuando era también auxiliar de cámara en su caso, con la primera jefa de eléctricos que hubo en España. Unas combinaciones muy aleatorias, muy relacionadas con la propia experiencia.
¿Escogíais primero el tema y después a partir de aquí ya trabajabais quién llevaríais y el guion?
Yo, más bien, tenía que hacer el guion en función de la gente con la cual pensaba. El hilo conductor siempre era, en esta primera temporada, que hace un personaje desde que sale del guion, se enfrenta a un casting, se lo viste, se lo peina, va al plató, rueda, se conecta con otros personajes. Era un poco seguir el hilo conductor de una historia de ficción a partir de un personaje y como va pasante por todas las fases del rodaje de una película. Para explicar un rodaje, sobre todo.
¿Dices primera temporada porque habrá una segunda?
Hay la intención, ahora se tiene que acabar de hablar con la plataforma. Ahora será un poco como el cine antes del cine y mi intención es tocar todas las artes. O sea, hablar del mundo de la música, de la literatura, de la pintura, de la escultura, de la fotografía, etc.
Y volviendo al tema de la dirección. Has hecho ficción, has hecho documentales, ¿es muy diferente una película que es ficción y que quizás parte de una idea tuya, que hacer un documental que hablas de una realidad que no es el que tú te has inventado?
En la ficción creo que se miente para decir una verdad y en el documental te encuentras con esta verdad, pero que la manera de tratarla también puede ser un poco ficción, en el sentido que estás dando tu punto de vista, que no quiere decir que sea objetivo todo el rato. Hay una mirada, siempre. Y lo que no cambia es este espíritu de querer... que te tienes que creer lo que explicaste fundamentalmente para poderlo explicar. No puedo crear una cosa que no me creo.
Y la implicación es muy importante, esto no cambia ni en un caso ni en el otro. Y rodearte de un equipo, y en el caso de los documentales, acostumbro a trabajar con Jordi Barrachina, que es un inmenso documentalista, siempre decimos que yo pongo la parte, dijéramos, más de ficción, que une muchas veces los hechos que estás explicando.
¿Y qué es lo que más te gusta dirigir?
Sobre todo, el trabajo con los actores, en el caso de la ficción, porque son los que han dado la cara por ti, por tus historias. Esto, por un lado. Y por el otro, la magia del trabajo en equipo. Formar parte de todo un equipo que deposita su confianza en ti y tú tener la posibilidad de extraer el talento de tanta gente a la vez. Ha habido momentos en los rodajes o viendo un decorado en Tic Tac, por ejemplo, o rodando en aquel silencio tan lleno de gente cuando dices motor y acción, que siempre me ha emocionado. La emoción que provoca poder explicar cómo ves tú las cosas del mundo es irrepetible.
Has rodado también mucho en Barcelona. ¿Qué crees que te ha aportado la ciudad como directora?
La película en la que más he intentado explicar qué era la ciudad por mí es Souvenir, donde un japonés amnésico recorre la ciudad en Navidad. Y he intentado explicar, porque era un momento de cambio, ante las olimpiadas, Barcelona se transformaba y yo misma sentía que también era alguien que viene de fuera a conocerla, porque era diferente. Barcelona... es la gente, sobre todo, y es la que he conocido. Y he querido explicar cómo somos, porque, de alguna manera, siendo muy sincero con pequeñas células de personas que has conocido, puedes hacer obras que tengan interés universal.
¿Tienes ahora algún proyecto como directora?
Sí, un documental sobre una guitarra y sobre la importancia que tuvo a principios del siglo XX en Barcelona. Donde se fabricaban guitarras y que los músicos más importantes, como Tárrega o Granados, y después Mompou, sacaron la guitarra de los burdeles y del Flamenco para llevarla a los conciertos.