
Este mes entrevistamos a María Zafra, programadora de la Mostra Internacional de Films de Dones. La Mostra abrió un espacio necesario y muy importante para pensar y ver cine hecho por mujeres, un espacio que no existía antes en Barcelona. El año que viene celebran treinta años. Hablamos con ella del festival en general y de la edición de este año que acaba de pasar su ecuador.
¿Cómo y por qué nació la Mostra de Dones?
Nació en 1993 con la voluntad de reivindicar la genealogía del cine hecho por mujeres. Era un momento de mucha centralidad de los Women Studies y de todo este movimiento feminista que ya venía de los años sesenta y ochenta de reivindicar toda la genealogía de lo que habían hecho las mujeres desde los comienzos del cine. No es cierta esta idea que algunas mujeres han hecho algunas cosas puntualmente, sino que las mujeres han estado en el cine y en la creación de contenido audiovisual desde sus comienzos y esto ha sido borrado sistemáticamente por el sistema patriarcal. Con esta intención de reivindicar y recuperar estas genealogías, fue como empezó la Mostra de Films de Dones.
Mucha gente ve cine hecho por mujeres y piensa: películas para mujeres, algo que no es cierto. Hay este prejuicio por el cual lo que hacen los hombres se considera universal, pero lo que hacen las mujeres no. ¿Habéis notado un cambio de públicos en estos años? ¿Va más público diverso y no tan solo mujeres a ver la Mostra?
Tengo que decir que todavía cuesta, pero sí que los últimos años, con la explosión del movimiento y de la perspectiva feminista en todas partes, ha empezado a ser más fácil. Nosotras estamos muy contentas, porque una pregunta que siempre nos hacían los medios de comunicación era: ¿qué sentido tiene hacer una muestra de films de mujeres? Y esto, los últimos años no lo preguntan. Es una alegría, porque quiere decir que hay una parte del discurso que ya ha calado y que podemos empezar a hablar más allá.
A pesar de que nosotras hemos hecho un trabajo de fondo de crear y recuperar ese conocimiento, después ha habido un trabajo constante de pico y pala con medios de comunicación y administraciones. Más allá del público, creo que lo que más costaba era las administraciones y medios de comunicación que año tras año se quedaban en el mismo lugar de argumentación. Esto, ahora, está cambiando. Como festival estamos consolidadas, tenemos espacios de proyección y un público consolidado. No es solo el mismo desde hace treinta años, que todavía nos sigue, estas mujeres están, pero también hay un público muy joven que va creciendo y cambiando. Esto es muy enriquecedor para nosotras.
El año que viene celebraréis treinta años de existencia, aparte de lo que comentabas, ¿qué otros retos os encontráis todavía a la hora de montar una nueva edición de la Mostra?
Más que montar una nueva Mostra, el reto más grande que tenemos ahora mismo es el archivo. ¿Cómo conservamos toda esta recuperación? Tenemos un archivo gigante de las películas que hemos proyectado a lo largo de los años, pero también otros archivos. Por ejemplo, tenemos el archivo del primer festival de cine feminista a Madrid, que se hizo en los ochenta. Nos lo han dado para conservarlo, porque ellas como asociación ya no existían y no podían guardarlo. Tenemos archivo de cosas que no existen en otro lugar y ahora el reto es cómo hacer para mantenerlo y para que sea accesible. Si no es accesible, volvemos a aquello del borrado.
Parece que no existe.
Exacto.
Recuperáis cinematografías que muchas veces no nos llegan por los canales habituales. ¿Buscáis siempre una mirada diferente en vuestras propuestas?
No tenemos una única mirada. Intentamos tener una mirada diversa y también recuperar figuras. Por ejemplo, este año ha sido la retrospectiva casi completa de la obra de Dorothy Azner con la Filmoteca de Cataluña, que fue maravillosa. Una directora de los años treinta en el Hollywood clásico y de las grandes estrellas. Y también hemos hecho un homenaje a Cecilia Mangini, que era una mujer italiana que murió este año. Le hicimos una retrospectiva en 2011 y estuvo aquí con nosotras. Era una documentalista comprometida, de izquierdas, que hacía un cine muy especial. Nada que ver con Dorothy Azner. Nos gusta hacer una recuperación de mujeres muy diversas, creativas e importantes en la creación audiovisual desde los comienzos hasta ahora.
Ejerces como programadora de la Mostra. ¿Qué te interesa como programadora de un film? ¿Qué te atrae para que lo tengas en cuenta a la hora de hacer la selección?
Pueden ser muchas cosas. Una cosa fundamental para mí, es que después de unos días todavía me resuene. Puede ser una película muy pequeña, pero estás a la cocina haciendo otras cosas y te vuelve. Esto es importante, hay algo especial en esta película. Tenemos muchos criterios de lo que no queremos. Eso lo tenemos muy claro. Los límites de lo que no nos interesa a nivel de representación y creación. Lo que sí, es más complejo. Este año hacemos la selección entre cuatro personas. Marta Selva y Anna Solà (directoras durante muchos años del certamen), que continúan asesorando a la Mostra y es un placer contar con ellas todavía, yo y Marta Nieto. Somos personas muy distintas y las conversaciones y las discusiones de programación son superinteresantes. Hay argumentos más racionales y otros absolutamente emocionales y de qué te provoca a ti. Y con esto vamos haciendo la coyuntura.
A diferencia de otros festivales que suceden solo durante un tiempo determinado, la Mostra se alarga durante todo el año. ¿Por qué decidisteis no concentrar la programación en unos días concretos? ¿Y que habéis ganado con este cambio?
Nos parecía que con este formato de una semana todo condensado en los mismos días, te acababas contraprogramando a ti misma, porque hacías una proyección en la Filmoteca al mismo tiempo que una mesa redonda en la Bonnemaison. Esto no es abarcable para el público ni el equipo del festival. Decidimos que queríamos hacer algo más accesible y con más posibilidad para el público y para nosotras de disfrutarlo durante todo el proceso. Y de ahí esta esponjosidad en el tiempo y ahora hacemos programación desde marzo/abril.
Este año empezamos en febrero con las sesiones en el CCCB de Margaret Tait. Hasta diciembre tenemos programación prácticamente todo el año. Sí que es verdad que la primera semana de junio, que es nuestra semana histórica, continúa siendo el epicentro y el corazón del festival. Es cuando traemos a directoras, invitadas, …Es el momento de encontrarse más con el público y que la gente identifica como la semana de la Mostra.
Dentro de la situación de pandemia, el año pasado decidisteis hacer la Mostra online y este habéis vuelto a las pantallas de la Filmoteca. ¿Cómo os ha afectado la pandemia? ¿Y qué significa para vosotras también hacer el salto al online gracias a Filmin?
La pandemia nos cogió justamente en mayo/junio que es cuando tenemos más volumen de programación. En marzo cuando empezaron las restricciones y el confinamiento, tuvimos que hacer un giro de volante muy rápido. Fue un poco locura, pero de la mano de Filmin, que es un equipo increíble, lo pudimos hacer. Fue una experiencia muy enriquecedora también ir a online. Pudimos acceder a público de todo el estado y eso fue muy bonito. A nivel de números fue una barbaridad, se disparó, pero creo que tiene que ver con el hecho que la gente estaba encerrada en casa. No queremos coger estos números de público como la realidad. Se tiene que asumir que ha sido una cosa muy puntual, pero la respuesta del público ha sido increíble. Nos llegaban mensajes de todas partes sobre la programación y esto fue muy bonito dentro de aquel año terrible, de perder las salas de cine y estas charlas después de la proyección con el público que para nosotras es lo más importante después de la programación. Lo que quieres es compartirlo con el público, que te digan, te comenten y te critiquen. Perdimos todo esto. Fueron muy emocionantes también las entrevistas online a todas las directoras. El público creo que lo agradeció mucho. Fue una experiencia muy difícil, pero también muy enriquecedora.
Este año hemos vuelto a la presencialidad, hemos mantenido parte en línea y estamos valorando cómo funciona todo esto. Haciendo equilibrios y mirando cómo continuamos, qué decisiones tomamos de manera voluntaria, después de las respuestas a las situaciones impuestas.
Ya ha pasado el ecuador de la Mostra. ¿Cómo valoráis la primera parte de la misma? ¿Ha respondido el público todo y la situación que estamos todavía viviendo?
Al público le está costando volver a las salas. Otros festivales, las salas de cine y la Filmoteca lo comentan también. Aun así, es verdad que la respuesta del público de la Mostra ha sido muy buena. Y encontrarnos otra vez, ha sido un placer. Hicimos las sesiones en el CCCB de Margaret Tait, la sesión de pensadora con Remedios Zafra sobre ciberfeminismo en abril en los cines Girona y allí también las de Documentalistas Latinoamericanas. Después todas las sesiones de la Filmoteca, otras vinculadas al proyecto Archipiélago y unas de cineastas que hablaban de la obra de otras cineastas. Y todo esto ha funcionado muy bien.
Como comentabas, este año habéis hecho una retrospectiva dedicada a la directora Dorothy Arzner, pionera del Hollywood de los años treinta. A pesar de que fue muy conocida en los treinta y cuarenta y fue reivindicada por el feminismo de los años setenta, el público en general no la conoce. ¿Cómo surgió esta retrospectiva y qué dificultades os encontrasteis a la hora de hacerla realidad?
Cada año consensuamos con la Filmoteca una retrospectiva de alguna directora y la de Dorothy Arzner la queríamos hacer en 2020, pero la tuvimos que parar por el confinamiento. Y este año, hemos estado a punto de no poderla hacer, porque la mayoría de las copias que se proyectaban eran originales en 35 mm y estaban en archivos o en universidades en los Estados Unidos que estaban cerrados físicamente. Hubo un momento en el que no teníamos claro si conseguiríamos que las copias físicas llegaran de los Estados Unidos. Ha sido complicado en este sentido. Te das cuenta de la dificultad de mover cosas que antes dabas por hechas.
Tenéis también dos convocatorias anuales de creación El video del minuto y el Proyecto Archipiélago. Explícanos un poco en qué consisten.
El video del minuto lo hacemos con Trama, la coordinadora de muestras y festivales de video y cine del estado español y empezó hace quince años o así. La lanzamos cada año para que mujeres de todo el estado puedan hacer un video de un minuto de duración en torno a un tema que proponemos. Este año era el ciberespacio. Es una convocatoria a la que le tenemos mucho cariño porque las mujeres disfrutan mucho, es muy divertida e inspiradora. Y también hacemos talleres vinculados a la misma con grupos de mujeres con las cuales trabajamos esta propuesta. ¿Cómo hacer un video de un minuto de duración en torno a un tema? ¿Qué estrategia pueden usar? Es muy creativo.
El Proyecto Archipiélago nació cuando celebrábamos la 25ª edición y propusimos una convocatoria abierta a cineastas, artistas, estudiantes, creadoras en general que quisieran hacer una pieza, que podía ser un video, fotografía, texto, gif,...en homenaje a otra cineasta. Y con esto hemos ido construyendo un archipiélago virtual que está accesible desde la web de la Mostra, dónde cada isla es una directora a la cual se ha hecho un homenaje. Es un proyecto al que le tengo mucho cariño y las piezas que llegan son una maravilla. Esta idea de construir genealogía juntas se hace muy real en este Archipiélago.
Estos meses de verano estáis inmersas en el ciclo Cine fuera de lugar. ¿Cómo está yendo esta experiencia de cine al aire libre en las calles de la ciudad?
Las sesiones están yendo bastante bien, depende mucho del barrio. Son siempre un poco sorpresa, porque muchas veces tiene más que ver con la gente que pasa en el momento por el espacio. La que hicimos a la Virreina funcionó muy bien. Fue una sesión muy especial, donde proyectábamos el film australiano Terror Nullius, una película de apropiación de material que construye toda una narración a partir de películas como Las aventuras de Priscilla, reina del desierto y otros films muy míticos. La semana siguiente hicimos la sesión en Nou Barris con una selección de cortometrajes de la coordinadora Trama de Cortos en femenino. Y la última semana de julio, la proyección en la plaza de la Filmoteca. Hasta ahora ha ido muy bien y esperamos que continúe. También todos los cambios de restricciones, hacen que la gente esté un poco que sí que no.
Habéis ido más allá de Barcelona también con la Mostra se mueve. ¿Cómo nació esta iniciativa?
Desde la Mostra, y también Drac Màgic que es la entidad de la cual forma parte y que hacemos muchas programaciones y actividades en todo el territorio, nos gusta llevar la programación y las actividades más allá de la centralidad de Barcelona. Es algo que siempre hemos defendido. La accesibilidad al cine feminista y hecho por mujeres no puede ser que esté encerrada en la ciudad de Barcelona, sino que se tiene que poder llegar a otros lugares. Hemos ido a muchos municipios y el público está respondiendo. La gente lo agradece mucho.
¿Qué nos queda por ver en la segunda mitad del año en la Mostra?
El programa Conocidas (también) en casa, una selección de películas de directoras catalanas o establecidas en Cataluña que llevamos a diferentes municipios del territorio y también a centros penitenciarios. Son proyecciones que hacemos con la presencia de la directora. Será de septiembre a noviembre. Después tendremos la séptima edición de los Manifiestos fílmicos feministas en noviembre en el CCCB. Y la presentación del proyecto Archipiélago en diciembre, que normalmente hacemos en el cine Zumzeig, con las piezas que han llegado a la convocatoria de este año y un poco de recorrido de todo el proceso del Archipiélago.
Y el año que viene celebraréis vuestro treinta aniversario.
Sí, tenemos ya muchas cosas pensadas y las iremos explicando. Esperemos poderlas hacer en la normalidad y disfrutarlas juntas, con muchos encuentros y momentos de celebración conjunta, incluso brindar.