JO SOL: "Nunca me dedicaría al cine si me dijeran qué tengo que hacer, a quién tiene que gustar, haría otra cosa".

26/01/2021

Este mes entrevistamos a Jo Sol, realizador y guionista barcelonés, que empezó a trabajar en el audiovisual en el campo de la antropología en países como Cuba, México y la India. 

Armugán, una de sus últimas películas, ha ganado el premio del jurado y a la mejor música en el PÖFF Black Nights Festival en Tallin, Estonia. Hablamos con él de Armugán, de sus películas y de una manera diferente de entender el cine que muestra una realidad muchas veces obviada.

¿Cómo empezó tu interés por el mundo del cine?

Hace tantos años que ya ni me recuerdo. Soy todavía de aquel tiempo de programa doble el fin de semana, del día del espectador los miércoles en el Capsa, de la filmoteca en Sarriá o la calle Princesa de Madrid. Era fascinante vivir aquellas emociones en la oscuridad compartida, en plena atención, sin móviles vibrando alrededor. Un estreno de Lynch, de Kubrick, de Erice o de Carax era un acontecimiento esperado durante meses y comentado por semanas.

 

¿Qué te atrae del cine para dedicarte profesionalmente como director?

Descubrí una herramienta, un instrumento, incluso un arma si quieres. Vivía en México y cooperaba con antropólogos que iban a áreas muy remotas del país para atender las necesidades más básicas de diferentes pueblos originarios. Muchas de aquellas comunidades tenían interés por expresarse con estos medios. Hacer política. De alguna manera era una forma actualizada de lo que hicieron muchos de los grandes muralistas mexicanos a principios del siglo XX, explicando su historia a la gente que no sabía leer o que hablaba lenguas prehispánicas. Esto también lo viví en la India. Los documentales fueron un elemento esencial para la independencia de la época colonial. A través de las imágenes descubrían estrategias de resistencia, identificaban modelos de opresión. Hacer antropología visual me pareció una forma extraordinaria de vivir y de pensar. Tuve la suerte de poderlo hacer sobre el terreno, no en una escuela.

 

¿Cuál es la chispa que te llama la atención en una historia para llevarla a la gran pantalla?

Una idea es siempre un acontecimiento. Una fiesta para un creador. Pero también hay muchos espejismos. Falsas ilusiones. No siempre se está preparado para ir donde te quiere llevar la imaginación, la curiosidad. Entonces reculas, y esperas de nuevo, hasta ser poseído por alguna extraña convicción que te dice que aquella historia quiere ser tuya. Quiere convivir contigo durante un tiempo. Esto pasa mucho antes de que sea escrita, de que exista un equipo. Es un proceso fascinante que nada tiene que ver con un encargo profesional, con la voluntad de producir un producto que encaje en un mercado. Nunca me dedicaría al cine si para mí la experiencia fuera esta. Si me dijeran qué tengo que hacer, a quién tiene que gustar, haría otra cosa.

 

Tu último film Armugán ha ganado el premio del jurado y mejor música en el PÖFF Black Nights Festival en Tallin, Estonia. ¡Enhorabuena! Hace un tiempo tuvimos como invitada en unas jornadas destinadas a festivales y entrevistamos a la directora del festival Tiina Lokk-Tramberg. ¿Cómo ha sido la experiencia en Tallin, uno de los festivales de clase A?

Tallin es una ciudad muy vinculada al cine. Al gran cine. Allí se rodó una película tan mítica como Stalker. Recientemente también una parte de una superproducción como Tenet. El PÖFF es una cita clave de su vida cultural. Haber salvado este año ha sido muy importante para ellos, y me alegra mucho haber contribuido modestamente presentando Armugán, ¡que fue tan bien recibida! Y de ir físicamente, se lo merecen. Justamente hace poco Tina nos escribía diciendo que este año se han batido récords de audiencia, a pesar de todo. Ella es una apasionada de lo que hace, como todo su equipo y sobre todo el público. Se merecían superar esta adversidad de la forma como lo han conseguido.

 

 

¿Cómo nació este proyecto y qué nos quieres explicar en esta historia tan personal de este “acabador”, protagonista que vive en la montaña, en cierto modo apartado de todo el mundo, pero al cual se busca en un momento de necesidad?

Armugán es un acompañante en la muerte. La película nació así. Acompañante en la muerte, en este caso la de mi padre. Nadie está preparado para eso, pero es mucho peor, para mí, delegarlo en “profesionales”. Hoy todo se delega. La vida hace tiempo que fue expropiada para convertirla en un tipo de gestión de males menores. De ir haciendo, ir pasando, esquivando golpes, y no pensar mucho. Muy bien. Todo el mundo tiene derecho a hacerlo y podemos ser tan cínicos como nos pidan ser para sobrevivir, pero, ¿seguro que queremos esconder esta parte tan importante de la vida? ¿Seguro que queremos vivir con miedo a la muerte? Esta es la pregunta de la cual obtuve una respuesta muy clara después de la muerte de mi querido padre. Haber estado presente y disponible, abre la posibilidad de poderlo integrar como una experiencia real y valiosa, todo y la ausencia. Algo que queda. Conciencia puede ser. ¿Qué hay más real que la finitud de la vida? Esconderse, esconderlo colectivamente puede resultar muy útil para firmar hipotecas y mantener el consumo alto, la moral alta, pero humanamente deja un vacío profundo.

 

¿Crees que es más difícil posicionar el cine más inclusivo que muestra realidades que normalmente el cine obvia o peor, estereotipa, dando una idea totalmente alejada de la realidad de lo que es, por ejemplo, la discapacidad?

Intento no utilizar esta palabra, precisamente para evitar una lógica capacitista. Yo he intentado hablar de diversidades. Mostrar que los humanos somos diversos. Parece una obviedad, pero seguimos hablando de normales y de subnormales. De normas y categorías que crean fronteras que discriminan. Tengo suerte de haber aprendido tanto haciendo películas como Fake orgasm, como Vivir y otras ficciones, o sobre todo con la serie Tréboles de 4 hojas, para entender que la discapacidad real la crea el supuesto “normal”, el capacitado, el productivo, cuando mira al “diferente”. Eso sí que es incapacitante, cuando no puedes ver que la diversidad es lo que nos hace humanos. Armugán la protagoniza Iñigo Sagastizabal que es un artista fabuloso. Bailarín, actor de una expresividad única. ¿Realmente es un discapacitado por ir en silla de ruedas? ¿Quién tiene valor de afirmarlo después de ver su trabajo en la película? Yo no veo discapacidad en ninguna parte.

 

¿Para ti qué quiere decir producir y hacer cine independiente? ¿Cómo se trabaja en el mundo de la producción audiovisual independiente?

“Independiente” es una palabra vana, falsa cuando va asociada al concepto de producción. Hoy cualquier se la cuelga con total legitimidad, puesto que va vinculada a una categoría estética que no a una filosofía, un espíritu o un presupuesto. Independiente hoy no significa libre de la necesidad de gustar, de vender, de encajar en un mercado. Hoy para financiar una película te reclaman un plan de marketing, un estudio de público objetivo. A la mayoría de productores, ejecutivos de TV, etc. les parece una obviedad. Para mí es del todo aberrante. Sobre todo, si ves la trampa. Los espectadores consumen por costumbre, y hace años que los alimentan de forma irresponsable con productos de calidad más que cuestionable, cada día más degradantes hasta aniquilar toda alternativa. Por eso no se puede ser independiente. ¿Independiente de qué? Si quieres financiar una película tienes que pasar por los criterios de las televisiones. Esta no es mi opinión, es un dato objetivo y si miramos lo que sucede en otros países, que hace años emiten programas de calidad a nivel cultural, lo podremos confirmar. Si niegas a las audiencias la posibilidad de pensar porque ejerces una función de control más que de estímulo, y apuestas por repetir siempre las mismas caras, los mismos chistes, el mismo adoctrinamiento, eliminas espacios de reflexión, también de crítica. Es un tema para mí muy serio y lamento la poca contestación que ha despertado la eliminación total de espacios de promoción real del cine, diferentes a los de reproducir galas y premios reflejados en sueños de un star system que personalmente siento poco conectado con el futuro que mira más cada día de más cerca.

 

En alguna entrevista mencionas que más que cine independiente haces cine urgente. ¿Qué es para ti este cine urgente?

Pues es justamente esto. Devolver al cine su capacidad de influir en el relato cultural. Y no hablo de la ya inestimable aportación de Netflix para acompañar las soledades contemporáneas. Hablo de aquella capacidad de hacer visible todo aquello que no quiere ser visto. Tantas realidades serían ignoradas si alguien no las hiciese visibles escribiendo, encarnándolas en historias que pasan a formar parte del consciente colectivo. Yo todavía creo en esta vocación. Quizás por los orígenes de los cuales te hablaba antes. No estoy aquí para entretener a nadie. Pero tampoco invento nada. Lo que yo hoy denomino cine urgente hace años Solanas lo llamaba Cine pobre o Tercero género. Creo importante que las generaciones digitales conozcan las aportaciones de estas corrientes, que entiendan que el cine nunca ha sido únicamente una sola idea, y que a menudo, a los márgenes de la industria han crecido aportaciones indispensables para entender qué somos. Pero yo no hablo de teoría, sino de una práctica que justamente los próximos meses podréis ver en Barcelona en una exposición que recoge esta trayectoria con ejemplos muy concretos.

 

Explícanos cuál es el recorrido desde que nace un proyecto en la parte conceptual hasta la búsqueda de la financiación para uno de tus films.

Cada proyecto sigue caminos muy diferentes. Ahora mismo estoy haciendo una coproducción internacional de lo que para mí es una superproducción, pero no descarto que mañana vuelva a recurrir a formas más ingeniosas si lo que quiero explicar no dispone de los apoyos a priori para hacerlo. Todavía defiendo formas de enriquecimiento más allá de todo aquello que es obvio. Hay otros baremos para poner en valor lo que haces y lo que vales más allá de los resultados del box office o de lo que dice una prensa a menudo comprometida con servidumbres igualmente obvias.

 

La parte de la financiación debe de ser con la que más problemas te debes de encontrar, ¿no?

El límite material es siempre un condicionante, pero yo nunca he querido aceptar que lo es de forma absoluta. He hecho películas que han sido vistas a escala internacional con muy poco presupuesto. A menudo propongo formas de intercambio que ofenden a muchos. Otros en cambio, entienden el posicionamiento y ven otras formas de gratificarse participando en producciones colaborativas y, aun así, a menudo por los resultados los acaba compensando. Incluso a veces también el dinero llega. En algún momento tendríamos que trasladar esta pregunta a quien tiene la responsabilidad de legislar, de facilitar los recursos para la producción de obras diversas con capacidad de aportar otros valores de los ya consagrados por el entretenimiento, en especial ahora que las series ya hacen maravillosamente esta función con su eterna promesa de eternidad, horas y horas garantizadas de entretenimiento. Tiene que haber algo más allá, alguna alternativa para respetar la diversidad. Alguna otra función para este medio poderoso y tan contemporáneo. Yo defiendo que sí y que es esencial que exista. Y es urgente.

 

Una vez acabada la película, ¿cuáles son los canales de distribución de un film independiente?

La promoción en festivales, la distribución si consigue que alguna distribuidora internacional esté interesada. Mira que ya descarto de entrada la distribución nacional. Hoy sabemos que las películas se verán regalándolas a las plataformas, un poco siguiendo el modelo de Spotify y si eres músico, sabes de qué te hablo. Las plataformas, han sido audaces proponiendo reinvertir parte de sus beneficios en producción propia, ellos que saben lo que el público quiere. Muy legítimo, pero, de nuevo, destinado a una misma idea de lo que la gente necesita ver. ¿Quién se ocupa de obligar a las grandes operadoras de telecomunicaciones a revertir el tráfico dedicado al consumo de contenidos en la red en la protección del tejido cultural, y su diversidad? Quizás algún día pensemos que existen también personas que valoran otros contenidos y no por menos son menos importantes.

 

¿Una vía como por ejemplo comentabas son los festivales, pero cómo saber qué festivales son los adecuados para este tipo de películas?

Con la experiencia y viendo qué programan, pero ya te aviso que, si no conoces a los programadores, tu película no la verán. Me sabe mal ver a jóvenes invirtiendo cifras muy considerables en fees de festivales que no tienen la capacidad para ver todo lo que les llega. Es un negocio bastante cuestionable desde mi punto de vista.

 

¿Y desde allí cómo se llega al estreno en salas?

No se llega. Ya no quedan casi salas y las pocas que quedan, ¡dos o tres en una ciudad como Barcelona!, pueden tener una programación fabulosa de películas muy relevantes a nivel mundial porque estas películas tan fantásticas hechas en Irán o en Taiwán o Argentina, por ejemplo, de un cine arriesgado y minoritario, tampoco encuentran salas para exhibirse y pequeñas distribuidoras se ocupan de su comercialización en Europa. La competencia es feroz, las salas no pueden con los alquileres de las ciudades y la carencia de protección las reduce día a día. El público finalmente acepta el consumo personal, en casa, y de una oferta brutal a precios muy asequibles. Mi próxima película en estrenarse no será Armugán, sino Nos queda la noche y lo hará no en un cine sino en un museo.

 

¿Cuándo podremos ver Armugán en los cines en Barcelona?

En la primavera, en otoño, nunca...esta es la realidad. A pesar de esta incertidumbre, los que hemos vivido siempre con la maleta hecha, sabemos que seguiremos escribiendo y produciendo y que el valor de resistir, de aportar algo valioso es bastante fuerte para resistir tiempo inspirando debates necesarios y acompañando el pensamiento, sabemos que seguiremos adelante a pesar de todo. ¿Quién habla de rendirse?