Este mes entrevistamos a Irene Iborra, directora de Olívia i el terratrèmol invisible, el primer largometraje catalán de animación en stop-motion. El film se está rodando en Barcelona y adapta la novela La película de la vida, de Maite Carranza.
En Olívia i el terratrèmol invisible conoceremos a Olívia, una niña que después de un desahucio inevitable y ayudados por la PAH, con su hermano pequeño Tim y su madre Íngrid, ocupan un apartamento vacío en un barrio periférico de Barcelona. Cuando su madre, de talante optimista, pierde toda su energía, Olívia se ve obligada a ocupar su lugar cuidando a su hermano. Para ocultar su miedo y proteger a su hermano Tim de la dura realidad, Olívia se inventa que están rodando una película. Con su directora hablamos del film y de animación.
¿Cómo nació tu interés por la animación y por qué en concreto stop-motion?
Trabajé en un cine de arte y ensayo en Francia donde programaban a menudo a Gary Bardine y Jan Svankmajer. Sus cortometrajes me deslumbraron. Explicaban historias a través de los materiales y de los objetos, sin diálogos, con simbolismos poderosos... y todo esto utilizando la técnica de la stop-motion. Este tipo de cine me cautivó.
Eres cofundadora de la productora de animación Citoplasmas Stop Motion, ¿cómo nació este proyecto? ¿Y qué es Kinetic Armatures?
Citoplasmas nació a raíz de un e-mail. Una ONG vio un trabajo mío anterior y me propusieron un proyecto. Entonces, para llevarlo adelante, formé con Edu Puertas la productora Citoplasmas Stop Motion.
Más adelante, y por la pasión de mi socio por el diseño industrial, nació Kinetic Armatures, la marca de esqueletos para animación stop-motion con muñecos, que vende en todo el mundo.
¿Cómo llegaste a Olívia i el terratrèmol invisible, basada en La película de la vida, un libro escrito por Maite Carranza? Tienes una relación especial con la autora.
Maite fue mi profesora de guion, hemos trabajado juntas y somos amigas. Durante la escritura de su libro, La película de la vida, me fue explicando cosas y cuando el libro estuvo acabado, lo leí. Me conmovió hasta tal punto que le propuse adaptarlo para el cine. Y aquí estamos.
¿Cómo fue el proceso de escribir el guion? ¿Y es muy diferente al libro la historia?, hasta dónde nos puedas explicar, claro. ¿Ha colaborado la autora?
La autora también es coguionista de la película, junto con la guionista Júlia Prats y conmigo. Maite ha sido muy generosa porque ha habido varios cambios para que la adaptación a escritura cinematográfica sea la más sólida posible. Tendréis que leer la novela y ver la peli para saber cuáles han sido (risas).
¿Cómo se plasma visualmente la dualidad entre la realidad y la fantasía de esta historia tan cruda sobre una familia que sufre un desahucio?
La fantasía entra cuando necesitamos explicar lo que siente Olívia al esconder su miedo: unos terremotos extraños donde cae y se encuentra cosas.
Por otra parte, la imaginación le permite crear la ilusión de la película y encontrar soluciones y humor en lo cotidiano. Y así entender que la invención de la película no cambia la realidad, pero sí que le permite observar con distancia aquello que les sucede y así cambiar su punto de vista y actuar.
El film trata temas muy complejos y maduros, pero es para todos los públicos. ¿Cómo se consigue esto?
Pues explicando estos temas desde la perspectiva de los niños, con respeto, ternura, y un poco de humor. Y también mostrando la resiliencia de los niños y su capacidad para transformar en juego las aventuras vitales.
¿Qué ventajas crees que da trabajar con stop-motion de otro tipo de animación? Porque el proceso también es muy largo y muy laborioso, ¿no? Se tarda todo un día para rodar 4 segundos.
Elegí stop-motion con muñecos para diluir la dureza de la temática. El hecho de que sean muñecos en lugar de actores genera una distancia que permite a los niños sentirse seguros mientras les explicamos temas tan complicados. Además, las texturas de lo real solo son posibles con stop-motion: los cabellos de lana que vibran, el agua hecha con papel de plástico para cocinar, las imperfecciones de los materiales...
El proceso es largo y laborioso, sí, igual que una película de animación 3D, pero mucho más artesanal. Se animan 4 segundos por animador en el día, sí, se tiene que tener mucha paciencia. Es un ritmo de producción a contracorriente de la sociedad actual.
Parecía que la stop-motion había decaído con todo el auge de las nuevas tecnologías, ¿por qué crees que hay un retorno a este arte?
Porque el ser humano necesita trabajar y crear con las manos, y la imperfección que esto da forma parte de nuestro ADN.
La trama del film, que se está rodando en el barrio de San Martín, sucede en la periferia de Barcelona. ¿Se podrán identificar zonas de la ciudad? Suponemos que es muy laborioso el proceso de crear los sets de decorados.
Los decorados están inspirados en diferentes barrios de la periferia de Barcelona. Se podrá identificar la arquitectura, el ambiente de las calles y el talante.
Y sí, es muy laborioso, el equipo de sets ha hecho un trabajo muy detallado y realista, fantástico...
En este film trabajas con los animadores Tim Allen y César Díaz, que han colaborado con directores como Wes Anderson y Tim Burton. ¿Cómo es trabajar con ellos y qué aportan al film?
Con César y Tim nos conocemos desde hace mucho tiempo y tenía muchas ganas de contar con ellos para este proyecto. Aportan mucha experiencia, es un lujo trabajar con ellos.
Igualmente, son la punta del iceberg de un magnífico equipo de animadoras y animadores, no tan conocidos, pero con mucho de talento
También has trabajado en el mundo de la publicidad. ¿Hay mucha diferencia entre el trabajo que haces para publicidad y el que haces para cortos o películas?
Son maneras de narrar diferentes, objetivos diferentes, ritmos diferentes... prefiero hacer pelis (largas o cortas).
¿Cuándo podremos ver en la gran pantalla Olívia i el terratrèmol invisible?
Si todo va bien, el año que viene. Paciencia.