IGNASI FRANCH: “Hemos puesto dos piedras muy interesantes para construir, entre todos, una ACCEC más fuerte y con más capacidad de incidencia entre los mismos compañeros, y si puede ser en la comunidad audiovisual y los cinéfilos en general".

25/07/2023

Este mes entrevistamos a Ignasi Franch, crítico cinematográfico y presidente de la Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica (ACCEC) con él hablamos de la asociación y del sector, del I Premio de Investigación Cinematográfica y de su pódcast, Umbracle.

¿Cuándo y por qué nació la ACCEC?

La ACCEC tiene una historia bastante larga que para mi generación transciende, porque se fundó en 1989. Yo tenía diez años, con lo cual ya había habido los relevos generacionales correspondientes. En aquel momento nació con José Luís Guarner como presidente para integrar un poco a los y las críticas de Cataluña y para tener un referente asociativo de cara a incorporarse a Fipresci, la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica. Estaba la vertiente asociativa de juntarse y también la vertiente operativa, pragmática de tener una entidad para intervenir con Fipresci, en el contexto internacional e institucional.

A lo largo de las décadas ha habido muchos compañeros que han sostenido la ACCEC con su esfuerzo desinteresado: Esteve Riambau, Àngel Quintana, José Enrique Monterde, Violeta Kovacsics, Marta Armengou y todos los compañeros y compañeras que han participado en las diferentes juntas y asambleas. Son muchos nombres, muchas personas que han dedicado horas de su vida...

También me gustaría destacar que tenemos un elevado índice de asociación dentro del sector. No estamos todos, desgraciadamente, pero somos muchos. Y estamos orgullosos, aunque aspiramos, además, a incluir a todo el mundo.

 

Sois la Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica. ¿Por qué esta diferencia entre crítica y escritura?

Supongo que fue una manera de recoger un poco a todo el mundo: a la crítica periodística, el ensayo o el ensayo orientado a la investigación académica,... Tenemos todos estos perfiles. También tenemos comunicadores audiovisuales que se dedican a la información cinematográfica. De alguna manera, se consideró una forma de tener un paraguas que fuera lo más inclusivo posible, asumiendo que quizás en el futuro se tienen que buscar otras fórmulas. Igual que hace seis años, aproximadamente, se cambió el nombre a Asociación de la crítica y la escritura, para que no se utilizara el masculino genérico, cuando antes era Asociación de críticos y escritores cinematográficos.

 

Organizáis también mesas redondas, presentaciones y los miembros de la asociación participan como jurado en varios festivales. ¿Qué actividades promueve la asociación y con qué festivales colaboráis a lo largo del año?

Colaboramos con el D’A, el Americana, el BCN Film Fest, el Festival de Sitges, L’Alternativa,... Siempre estamos abiertos a colaborar porque consideramos que los festivales son una parte significativa del ecosistema de la cultura audiovisual. Y más allá de los jurados de la crítica, los últimos años hemos hecho cosas con el Festival L’Alternativa, por ejemplo, que es bastante sensible a la praxis de la crítica, a los problemas que también tenemos como sector y consideramos que somos dos eslabones que a veces son frágiles de la cadena del audiovisual. No somos majors de Hollywood, con lo cual nos intentamos apoyar. Con el festival de Sitges coorganizamos una sección desde hace 25 años, Seven Chances. Desde hace unos años se configuró como un espacio de recuperación de cine fantástico que podríamos considerar que está en cierto olvido o que son recuperaciones que merecen la pena hacer. Las principales colaboracoines son estas, pero siempre estamos abiertos a hacer más cosas. Este año teníamos previsto hacer un episodio de nuestro pódcast en directo en el D’A, pero al final no pudo ser por enfermedad en el último momento. Pero podemos hacer cosas con el D’A y con quien quiera. Damos valor a la valía cultural de los festivales y siempre estamos abiertos a participar de alguna manera.

 

Antes comentabas las dificultades del sector, ¿cuáles son estas dificultades?

Muchas (risas). Depende de en qué ámbito trabajes como profesional, pero normalmente, la mayoría de los compañeros trabajan en varios campos en paralelo. Una parte muy importante de los asociados son docentes universitarios que a la vez hacen crítica periodística o crítica especializada o ensayo, o todas las cosas a la vez. No siempre por una voluntad manifiesta de ser polifacéticos, sino porque es la manera que tienen de sumar ingresos. En el ámbito universitario ya sabemos que las figuras que se han consolidado en los últimos años como los profesores asociados, cuesta mucho llegar a tener un salario que permita vivir de la universidad. Con lo cual un profesor asociado tiene que hacer colaboraciones periodísticas, etc., ... para poder pagar las facturas y tener un sueldo decente. En el caso de la dedicación periodística, es extremadamente difícil vivir solo de esto, porque las tarifas de los medios son bastante bajas y, de hecho, no conozco a casi nadie que se gane la vida en los medios y dedicándose específicamente al cine. Creo que yo y alguna persona más, quizás asalariados o gente de redacción. Pero es muy excepcional dentro de la crítica escrita. En los medios audiovisuales quizás hay más compañeros, en la crítica en medios escritos es muy difícil. En el ámbito de los medios, con la crisis del papel, la crisis de internet, la crisis del 2008, la crisis de la pandemia, hemos ido encadenando y superponiendo crisis una detrás de las otras y ha revolucionado mucho la capacidad de poder ganarse la vida dignamente a través del ejercicio de la crítica. El ámbito editorial tampoco es ninguna panacea, sino todo el contrario. Y aquí estamos, intentando sobrevivir.

 

¿Cuáles son las ventajas de asociarse?

Es una cuestión que a veces nos incomoda un poco, porque realmente consideramos que el hecho de asociarse es intrínsecamente positivo. Y tener un espacio común, en un mundo ideal tendría que ser bueno en sí mismo. En el apartado práctico, tenemos una colaboración con la Filmoteca que generosamente nos facilita tarjetas de acceso libre para los socios y socias de la ACCEC que lo pidan. El hecho de pertenecer a ACCEC, como es el referente estatal de Fipresci, permite que puedas ser candidato/a a participar en jurados de Fipresci en festivales internacionales o españoles como Gijón, Sevilla, Donostia y Valladolid. Y después, acceder a las convocatorias internas, a los pequeños o no tan pequeños trabajos, que lanzamos a los socios y socias, como cuando hacemos el anuario de publicaciones. O estas colaboraciones con festivales que muchas veces las gestionamos a través de convocatoria abierta. A menos que la entidad que nos lo pide quiera decirnos directamente los nombres, siempre intentamos que sea una convocatoria abierta para que todo el mundo se pueda presentar. Y después está el tema de los jurados de la crítica que es una tarea más cotidiana.

 

Este año habéis inaugurado el I Premio de Investigación Cinematográfica, ¿cómo surgió esta idea y por qué?

La asociación está en un impasse en el sentido que volvió a ser, después de unos años de cohabitación con otra asociación española, la única referente estatal en Fipresci y esto nos planteó la idea que tendríamos que crecer y hacer más cosas. A pesar de que nuestros recursos son muy limitados, entre otras cosas porque no recibimos ninguna financiación institucional para nuestro funcionamiento, sino solo para proyectos concretos. Con lo cual no tenemos una estructura profesional. Todos los miembros de la junta somos absolutamente voluntarios. Ni la comida de la asociación nos paga, cada cual se paga lo suyo (risas).

Surgió el tema de qué cosas podíamos hacer para asumir que tenemos que ser más relevantes sin romper este espíritu de, lo podemos llamar, la paz de la pobreza. En la ACCEC como no hay dinero no hay competencias, no hay codazos. Es un espacio donde hay socios y socias que participan más en las asambleas, otras personas menos, pero no hay competencias porque no hay botines (risas). En este aspecto creo que el ambiente es bastante saludable. Muchas veces en este tipo de espacio hay antagonismos entre compañeros o medios. Afortunadamente no me da la sensación desde mi experiencia personal, no puedo hablar por todo el mundo, que hayan pasado en la asociación. Sino que es un espacio amable para cualquier persona que quiera participar.

En los dos últimos años hemos hecho varias cosas. El premio de Investigación de la mano de la Academia del Cine Catalán y con el apoyo del Sindicato de periodistas y el departamento de cultura de la Generalitat. Creado para dar una posibilidad de hacer una investigación de extensión intermedia, entre un artículo periodístico o una publicación académica, que es un formato que es muy difícil de hacer porque no existen espacios profesionales para ello. Están las revistas académicas donde no hay una remuneración económica. Con lo cual si lo haces entra dentro de tu ámbito profesional de investigación universitaria. En el espacio de medios especializados o publicaciones, prácticamente no existe esta figura, menos en el ámbito de los libros colectivos con diferentes capítulos hechos por autores/as diferentes, que suelen ser más breves que el formato que manejamos nosotros y que además las tarifas suelen ser inexistentes, porque no se pagan, o muy precarias. Es un intento de dignificación de la investigación de extensión intermedia por falta de capacidad económica para generar algo que también nos gustaría reivindicar, que es el ensayo cinematográfico en formado libro. Actualmente, remunerarlo bien está fuera de nuestro alcance, todo y la generosa aportación de la Generalitat y la Academia.

 

¿Habéis entregado el premio ya?

El premio Honorífico ha sido para el académico y ensayista Romà Gubern y la ayuda a la confección de un ensayo breve, ha sido para el proyecto La representación de los hijos e hijas de los migrantes en el cine catalán (1992-2022), de Jorge A. Trujillo. Alrededor de noviembre haremos el acto oficial, cuando ya esté acabada la investigación y se pueda publicar en formato digital y descarga libre para que esta publicación esté disponible para todos los compañeros de la crítica y para todos los interesados en general en el cine.

Respecto a la pregunta anterior, quería destacar que aparte del Premio de Investigación, tenemos un pódcast, Umbracle. Dentro de este intento de crecer un poco sin hacer un salto al vacío, iniciamos también este proyecto, y aquí se tiene que hablar mucho de todo un grupo de socios de fuera de la junta de la ACCEC que empujaron para hacerlo posible. La idea era hacer un pódcast de la asociación con la intención de generar un espacio coral que transcendiera los espacios mediáticos asociados a revistas o medios concretos. Es un punto de encuentro para todos los compañeros y compañeras. Hemos hecho una primera temporada con doce episodios. Y ahora estamos esperando la financiación para hacer una segunda temporada, que esperemos que sea todavía más coral y más espacio de encuentro y de pensamiento. Primero para los compañeros y compañeras de la crítica. Hicimos algún programa, muy interesante en este aspecto, que puede ser como una herramienta. Pienso, por ejemplo, en la teoría del actor. Muchas veces los críticos no nos fijamos especialmente en el trabajo actoral o no tenemos muchas herramientas para valorarlo, porque nos hemos formado más en la dirección cinematográfica o la escritura de guiones. Los programas en los cuales participaron dos especialistas en esta materia como Maria Adell y Manu Yáñez fueron un espacio de aprendizaje colectivo para los compañeros críticos y para cualquier cinéfilo. Y como este, otros programas como el de la generación Alcarràs, que tuvieron mucho interés, a parecer nuestro.

 

Eres presidente de la ACCEC desde 2020, ¿cómo está siendo tu experiencia?

Pues extraña, porque justo la COVID llegó la semana posterior a la asamblea de mi nombramiento. Que ya fue medio fantasmagórica, porque ya se estaba incubando el miedo a la infección. Extraño, como supongo que para tantas otras personas. Se virtualizaron mucho las reuniones. Fue más complicado hacer equipo y piña y tener energías y el empuje para sacar las tareas voluntaristas en un contexto donde toda la junta, o prácticamente toda, somos notoriamente precarios laboral y económicamente. Con lo cual, la tarea voluntarista es un sobreesfuerzo. Y este es un problema, que, de nuevo, no es exclusivo de la crítica cinematográfica o del periodismo, sino que es un problema social. Una cantidad enorme de gente estamos agotados, cansados, somos precarios, somos frágiles y no tenemos el tiempo o el empuje para hacer las cosas que nos gustaría hacer para tener una vida plena, para aportar a la sociedad, en este caso a la asociación de críticos y el colectivo de compañeros y compañeras.

Se ha ido haciendo lo que se ha podido. Sobre todo, con lo que hemos hecho en 2022: impulsar el pódcast y el I Premio de Investigación Cinematográfica. Consideramos que, desde la imperfección, los errores y el cansancio, al menos hemos puesto dos piedras muy interesantes para construir, entre todos, una ACCEC más fuerte y con más capacidad de incidencia entre los mismos compañeros, y si puede ser en la comunidad audiovisual y los cinéfilos en general.

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