El origen del convento de Sant Domènec se encuentra en el testamento de Ermengol X, datado de 1314, en el que se disponía la fundación de un convento dominico así como la compra de todo el paramento necesario para acoger a la comunidad religiosa. Sin embargo, las obras no empezaron hasta el año 1323.

Debido a su emplazamiento ha sido un espacio muy vulnerable a efectos de los asedios y las guerras que ha sufrido la ciudad de Balaguer a lo largo del tiempo. De hecho, la construcción conserva los vestigios de estos conflictos: la fachada actual no se corresponde con el original, es sencillamente un muro que cierra el espacio. Esto se debe a la destrucción que sufrió la iglesia durante la Guerra de Sucesión, cuando desaparecieron las cuatro capillas al pie de la iglesia, así como la fachada y uno de los claustros.

La iglesia es de estilo gótico, de una sola nave y con un ábside poligonal de siete caras cubierto con bóvedas de crucería. La cubierta, a doble vertiente, se apoya sobre arcos diafragma, típicos de la arquitectura gótica catalana.

En cuanto al claustro, parece que originariamente habría habido dos: el de la Expansión y el del Retiro, éste último actualmente desaparecido. El que se conserva está formado por cuatro galerías, con columnas esbeltas, arcos apuntados y calado trilobulado interior. El patio central tiene una cisterna enterrada desde la que se abastecía de agua el convento.