Christopher Lee interpreta a un hombre cualquiera que pasea por Barcelona y provoca la perplejidad mutua entre un actor descontextualizado de su imagen cinematográfica habitual y la mirada de un extranjero sobre la realidad española de la época.
El film es un extraño poema audiovisual –con guion de Brossa y Carles Santos poniendo el imprescindible contrapunto sonoro– y un riguroso trabajo de investigación cinematográfica.