Año 1974. Ana tiene 19 años, vive en Barcelona y es –a ojos de su acomodada familia- una chica rebelde. Tras una fuga nocturna, su padre decide ponerla en manos del Patronato de protección a la Mujer, institución especializada en “mujeres caídas o en riesgo de caer”. Ana es trasladada a Madrid para ser internada en un reformatorio regentado por monjas y sometida a un brutal régimen disciplinario. Allí tratará de sobrevivir buscando consuelo y apoyo en la amistad de otras chicas en su misma situación, especialmente la de Sole, una chica de pueblo con una vitalidad contagiosa que conecta al instante con ella. Esa luminosa amistad será lo que mantendrá a Ana a flote.