El debut en el largometraje de Adrià Pagès, una película-canción que bebe tanto de Gus Van Sant como de Apichatpong Weerasethakul, es uno de los grandes descubrimientos del D’A de este año. Podría ser la historia de una canción hecha película, o un film de amistad y fantasmas, pero sobre todo se trata de una crónica generacional impregnada de una melancolía que nunca pierde el sentido del humor. Ni la fe en el cine.
Rodada en: Barcelona, L'Hospitalet de Llobregat, Sant Pere Pescador.