¡Entrevistamos a Alberto Marini!

28/09/2014

Finalizado el rodaje de Summer Camp, este italiano afincado en Barcelona nos ha dedicado un rato este mes para abrirse a nosotros y mostrarnos su sincera opinión sobre la situación actual de los rodajes en nuestra ciudad. 

Alberto Marini

Después de hacernos saltar de la butaca como guionista de películas como Mientras duernes o Welcome to Harmony, y participar en grandes proyectos como El Maquinista, Darkness, la saga REC o Los últimos días, Alberto Marini se ha puesto al frente de la dirección de una película por primera vez con Summer Camp, una coproducción entre España y Estados Unidos de la mano de Filmax, The Safran Company, Pantelion Films y Rebelión Terrestre, apadrinada por Jaume Balagueró.

Amante del cine de género, este italiano afincado en Barcelona nos ha dedicado un rato este mes para abrirse a nosotros y mostrarnos su sincera opinión sobre la situación actual de los rodajes en nuestra ciudad. Una opinión a ratos muy crítica, aunque constructiva, que desde la oficina recogemos con la voluntad de mejorar.

¿Cómo ha sido la experiencia dirigiendo tu primer largometraje? ¿Ya tienes ganas de repetir con otro proyecto? ¿O te quedas con el rol de productor ejecutivo?

Hasta la fecha, dirigir Summer Camp ha sido mi experiencia profesional más bonita y enriquecedora. Si me dejan,   no veo razones por no repetir. Si me dejan...

Gran parte de las películas en las que has trabajado son de género. ¿Es un vicio hacer terror?

Cuando era pequeño tenía dos sueños: ser veterinario y director de películas de terror. Para suerte de muchas mascotas, no estudié veterinaria, aunque para la posible desgracia de muchos espectadores, sí me dediqué al cine. Me siento privilegiado al cumplir uno de mis sueños. Si fuera por mí, todas las películas deberían tener por lo menos un par de litros de sangre y una cabeza rota... pero entiendo que se deba hacer también otro tipo de cine: el mundo no es perfecto.

¿Cuál es tu valoración tras filmar una película de estilo americano como Summer Camp en Cataluña?

La ventaja del género es que se trata de un cine sin fronteras, universal, en cuanto a story-telling y a lenguaje cinematográfico. Idioma y nacionalidad de los actores a parte, dar un empaque americano a la producción no ha tenido demasiada complicación. De hecho hay muchos ejemplos de películas de género y de carácter americano rodadas en Europa. Lo que de verdad importa es la calidad y profesionalidad del equipo y, en palabras de nuestros partners americanos, en Cataluña encuentras el top.

En los últimos años has liderado la producción de muchos proyectos que se han grabado en Barcelona. ¿Qué ha sido decisivo para elegir esta ciudad y no otra?

Barcelona me encanta. Vivo aquí desde hace quince años, aquí nacieron mis hijas, aquí me gustaría seguir viviendo. Dicho esto, si hemos rodado a menudo aquí es porque los contenidos los permitían y, a paridad de condiciones, prefiero estar lo más cerca posible de casa y trabajar con profesionales conocidos. Pero no es fácil rodar en Barcelona.

La mayoría de los proyectos de tu filmografía han contado con la colaboración de la Film Commission. Según tu experiencia, ¿en qué crees que podemos mejoras para ser  más eficaces?

Sin que os lo toméis a mal, en mucho. Hay mucho que mejorar. Barcelona sigue siendo uno de los sitios más complicados donde rodar. Mucho más complicado que en ciudades  como Roma, Madrid, New York, Toronto, Tokyo... y mucho más complicado también que en ciudades más pequeñas como Sevilla o Turín (mi ciudad natal). El problema principal es la incertidumbre. No hay claridad acerca de lo que se puede hacer o no hacer, todo se debe negociar, con largos (e inviables) tiempos de antelación e inseguridad constante sobre el resultado final. La Film Commission colabora con energía pero no tiene poder real sobre las decisiones finales. No es una dinámica eficaz sobre todo cuando quieres traer aquí grandes producciones internacionales. Las grandes producciones no esperan, quieren respuestas rápidas y claras.
En general, los rodajes aquí se perciben como un estorbo para la ciudad y no como una oportunidad de negocio, trabajo y promoción. Si la política sigue siendo la de "en Barcelona se puede rodar,  siempre y cuando no se moleste a sus vecinos", Barcelona nunca será un plató fácil y apetecible... a pesar de todo el interés que hay fuera por venir aquí. Se están perdiendo muchas oportunidades. Una lástima.

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